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1950, La RevoluciĆ³n Nacionalista

  • Foto del escritor: HĆ©ctor GonzĆ”lez
    HƩctor GonzƔlez
  • 3 nov 2021
  • 4 Min. de lectura

En 1947, tras 11 aƱos de encarcelamiento, Don Pedro Albizu Campos regresĆ³ del exilio y organizĆ³ el Partido Nacionalista en dos secciones, una militar y otra civil. La secciĆ³n civil serĆ­a compuesta por todos aquellos nacionalistas que por edad y condiciĆ³n fĆ­sica no estaban aptos para la acciĆ³n revolucionaria armada. La secciĆ³n militar estarĆ­a formada principalmente por jĆ³venes, hombres y mujeres con experiencia de combate desde la Masacre de Ponce. Esta secciĆ³n militar era clandestina y compartimentada, al mando del Comandante General del EjĆ©rcito Libertador, TomĆ”s LĆ³pez de Victoria. La isla fue dividida en siete zonas revolucionarias correspondientes a la secciĆ³n militar respectiva.

*Zona de San Juan- Comandante Raimundo Diaz Pacheco

*Zona de Arecibo- Comandante Juan Jaca HernƔndez

*Zona de Ponce- Comandante Estanislao Lugo

*Zona de MayagĆ¼ez- Comandante Gil Ramos Cancel

*Zona de Humacao- Comandante ValentĆ­n Borlanga

*Zona de Cayey- Comandante Rafael Burgos Fuertes

*Zona de Utuado- Comandante Heriberto Castro

El 27 de octubre de 1950 la policĆ­a disparĆ³ contra una caravana de nacionalistas en el pueblo de PeƱuelas. Esta masacre policial resultĆ³ en el martirio de cuatro patriotas, enfureciendo a gran parte de los puertorriqueƱos, y la respuesta fue inmediata. La primera batalla armada de los levantamientos nacionalistas ocurriĆ³ en la madrugada del 29 de octubre, en el barrio MacanĆ” de PeƱuelas. La policĆ­a insular rodeĆ³ la casa de la madre de MelitĆ³n MuƱiz Santos, presidente del Partido Nacionalista de PeƱuelas, que MuƱiz Santos utilizaba como centro de distribuciĆ³n de armas para la revolucion. Sin previo aviso, la policĆ­a disparĆ³ contra los nacionalistas que se encontraban en la casa y se produjo un tiroteo entre ambas facciones, con el resultado de dos mĆ”rtires nacionalistas y seis policĆ­as heridos. Los nacionalistas MelitĆ³n MuƱoz Santos, Roberto Jaime RodrĆ­guez, Estanislao Lugo Santiago, Marcelino Turell, William Gutirrez y Marcelino Berrios fueron detenidos y acusados de participar en una emboscada contra la policĆ­a insular.

El 30 de octubre se produjeron levantamientos armados en todo Puerto Rico, incluyendo siete ciudades: Ponce, MayagĆ¼ez, Naranjito, Arecibo, Utuado, Jayuya y San Juan. Esa misma maƱana, los nacionalistas Domingo Hiraldo Resto, Carlos Hiraldo Resto, Gregorio HernĆ”ndez y Manuel Torres Medina, asignados para atacar La Fortaleza, se reunieron en la casa de Raimundo DĆ­az Pacheco, comandante de los Cadetes de la RepĆŗblica.

En Jayuya, un comando de nacionalistas liderado por Blanca Canales, entre ellos Heriberto Marin, Elio Torresola y Carlos Irizarry, atacaron el telĆ©grafo, el correo, la oficina de reclutamiento militar, y la estaciĆ³n de policĆ­a al mediodĆ­a del 30 de octubre. El grupo llegĆ³ a la plaza del pueblo donde, desafiando la Ley de la Mordaza, izaron la monoestrellada y Canales proclamĆ³ la Segunda RepĆŗblica de Puerto Rico. Las autoridades declararon la Ley Marcial y la revuelta fue aplastada por la Guardia Nacional y la Fuerza AĆ©rea despuĆ©s de 3 dĆ­as de combate intenso. Las noticias sobre el uso de artillerĆ­a pesada, ataques aĆ©reos indiscriminatorios, las ejecuciones sumarias, y los arrestos en masa fueron suprimidas por las autoridades. Torresola tenĆ­a un hermano, Griselio Torresola, que vivĆ­a en la ciudad de Nueva York, que estaba indignado por los ataques. FalleciĆ³ en combate el patriota Carlos Irizarry mientras que los demĆ”s combatientes fueron capturados.

El 31 de octubre, agentes de la PolicĆ­a Insular junto con soldados de la Guardia Nacional rodearon el SalĆ³n Boricua, una barberĆ­a en Santurce, que tambiĆ©n servĆ­a como almacĆ©n de armas para los nacionalistas. Las autoridades coloniales abrieron fuego, pensando que se enfrentarĆ”n a un comando de sublevados. La Ćŗnica persona que se encontraba en la tienda era el barbero personal de Don Pedro Albizu Campos, Vidal Santiago DĆ­az. Santiago DĆ­az luchĆ³ solo contra los atacantes durante tres horas y recibiĆ³ cinco heridas de bala, una de ellas en la cabeza. Todo el tiroteo fue transmitido "en vivo" a travĆ©s de las ondas de radio por toda la isla, convirtiĆ©ndose en un espectĆ”culo mediĆ”tico. De la noche a la maƱana, Santiago DĆ­az, el barbero que sobreviviĆ³ a un ataque armado de cuarenta policĆ­as y guardias nacionales, se convirtiĆ³ en una leyenda en todo Puerto Rico. Ese mismo dĆ­a, Don Pedro Albizu Campos es arrestado luego de una dramĆ”tica batalla frente a su hogar en la esquina de las calles Sol y Cruz del Viejo San Juan.

El 1 de noviembre ocurriĆ³ el ataque a la Casa Blair, residencia temporal del Presidente Harry S. Truman, una acciĆ³n polĆ­tica cuyo propĆ³sito principal era llamar la atenciĆ³n de la comunidad internacional sobre la RevoluciĆ³n en Puerto Rico. Este ataque fue para desenmascarar las mentiras propagadas por el imperio y las autoridades coloniales, que los acontecimientos del paĆ­s no eran solo disturbios entre puertorriqueƱos, sino la lucha de una naciĆ³n por su libertad e independencia.El comando Nacionalista que realizĆ³ esta acciĆ³n estaba formado por Griselio Torresola y Ɠscar Collazo, ambos residentes de Nueva York. Griselio fue en busca de Oscar el 29 de octubre, un dĆ­a antes de iniciarse el levantamiento en Puerto Rico. El mismo dĆ­a Juan Jaca HernĆ”ndez llevĆ³ a cabo la orden del levantamiento dada por Albizu Campos a Don Pedro Ulises PabĆ³n y los demĆ”s Nacionalistas. El 30 y 31 de octubre los dedicaron a estudiar la ciudad y las posibilidades del atentado. Atacaron el siguiente dĆ­a a las 1:30pm, Torresola abatiendo a un policĆ­a e hiriendo a tres. Es martirizado en el acto, mientras Collazo es herido y hecho prisionero. Fue condenado a muerte, pero dado a la presiĆ³n internacional, se le conmutĆ³ la sentencia por cadena perpetua.

La RevoluciĆ³n Nacionalista de 1950 fue la expresiĆ³n autĆ©ntica de la patria puertorriqueƱa. La manifestaciĆ³n fĆ­sica de sus actos, ademĆ”s de su espĆ­ritu de lucha y sacrificio, son dignos de veneraciĆ³n y estĆ”n permanentemente atados a la consciencia colectiva de Puerto Rico. Esta larga tradiciĆ³n de la lucha por la libertad no es solo un derecho inalienable de los pueblos, sino un deber moral para las futuras generaciones. El cumplimiento de esta tarea cae en nuestras manos, y la historia nos juzgarĆ”. Por nuestros ancestros, nuestras familias y nuestro futuro.


Ā”Gloria y honra a nuestros mĆ”rtires!


Ā”Viva la RepĆŗblica!


Ā”Viva Puerto Rico Libre!



-HƩctor GonzƔlez




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