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Foto del escritorHéctor González

Afganistán, Cementerio de Imperios

Las tropas estadounidenses planean abandonar Afganistán este año. Las fuerzas de seguridad afganas se quedarán solas en su lucha contra los talibanes, quienes, a pesar de haber firmado un acuerdo con EEUU, no han dejado de lado sus planes de dominar todo Afganistán.

Afganistán vive desde 1979 una guerra civil de gran magnitud. Más de un millón de víctimas mortales, dos millones de refugiados, infraestructuras destruidas y violencia incesable es el triste legado del conflicto armado que tiene presa a la población de ese país asiático. Las raíces del conflicto en Afganistán se remontan a la época del Gran Juego entre los imperios británico y ruso en el siglo 19. Tras varias guerras con el imperio britanico y una serie de tratados de paz, Afganistan consigue su independencia y disfruta un periodo de paz relativa por 5 décadas. En 1973 la monarquía pro-occidente es derrocada y el país entra en un periodo de alta inestabilidad. En esta lucha por el poder salen victoriosos los comunistas, quienes se apoderaron del país en 1978 tras un golpe de estado. Después se produjo la intervención militar soviética, cuya intencion era apoyar al gobierno socialista afgano en contra de la insurgencia islamista. Estos “luchadores por la libertad” fueron financiados por EEUU a través del servicio de inteligencia de Pakistán. Se convirtió en una cuna de islamistas, atrayendo a radicales de todas partes del mundo. La intervención soviética fracasó, culminando con su retirada en 1989 y en 1992 el gobierno fue derrocado.

En este vacío del poder salieron victoriosos los talibanes, quienes en 1996 establecieron un emirato islámico en el país. El gobierno talibán dio asilo a Osama bin Laden, un veterano de la guerra contra los soviéticos proveniente de una familia adinerada de Arabia Saudita. Tras los atentados del 11 de septiembre en Nueva York, Estados Unidos solicitó que los talibanes entregaran al líder terrorista, pero el entonces jefe de la agrupación, el mulá Omar, se negó a extraditar a Bin Laden. Esto marcó el inicio de la invasión estadounidense a Afganistán en 2001. Desde entonces, las fuerzas leales a Washington ampliaron su control sobre el país, pero el esfuerzo conjunto de EEUU, sus aliados y las fuerzas gubernamentales afganas no fue suficiente para extender el control sobre todo el territorio del país. Las tendencias de los últimos meses muestran que los talibanes están aumentando su control sobre diferentes zonas del país.

Esta realidad engloba una guerra sin un objetivo declarado y una guerra en la que la victoria no se puede definir. Hacia fines de 2019, se publicó un informe, denominado Afganistán Papers, que mostraba esto y las mentiras que lo encubrieron. El informe declaró que durante las administraciones de Bush, Obama y Trump, los altos funcionarios estadounidenses sabían que la guerra era imposible de ganar, pero escondieron la información del público. El hecho de que la guerra sea reconocida como una guerra imposible de ganar plantea la pregunta de por qué Estados Unidos aún mantiene una presencia militar en el país. La simple realidad es que los intereses corporativos y geoestratégicos de la clase dominante estadounidense y el estado de seguridad nacional impulsan esta guerra.

La producción de opio en Afganistán es uno de los principales impulsores de la presencia de Estados Unidos, específicamente la Agencia Central de Inteligencia (CIA), en el país. La producción de opio en el país, que se redujo cuando los talibanes llegaron al poder en 1996, se ha disparado desde la invasión estadounidense en 2001 y representa el 90% de la heroína mundial. Esto le da a la CIA, que ha tenido capos del opio en Afganistán en su nómina, más acceso y control sobre los mercados internacionales de drogas ilícitas. La CIA tiene un historial de utilizar el tráfico de drogas para financiar sus actividades, sobre todo la importación de cocaína a Los Ángeles de los Contras en Nicaragua para financiar la guerra civil allí.



Afganistán también tiene más de un billón de dólares en riqueza mineral, incluidos cobre, hierro, oro, cobalto y litio. El litio es necesario para producir baterías para productos como teléfonos y laptops. La presencia militar estadounidense en el país brinda a las corporaciones multinacionales occidentales oportunidades para explotar los recursos minerales del país. A medida que se expande la innovación tecnológica, también lo hace la demanda de minerales como el litio.

En términos geoestratégicos, Afganistán es el único país en Asia Central con bases militares estadounidenses, que sirve como punto de apoyo en una región rica en recursos naturales que ve la competencia con China y Rusia por la influencia. La Iniciativa de la Franja y la Ruta de China y la Unión Económica Euroasiática de Rusia son dos desarrollos que disminuyen la hegemonía de Estados Unidos en la región. A los ojos del establecimiento de la política exterior de Estados Unidos, abandonar Afganistán significaría abandonar Asia Central. Dado el giro de Estados Unidos hacia Asia como parte de una competencia de gran potencia con China, dejar Afganistán sería un revés para esa agenda.

La guerra en Afganistán es simplemente demasiado rentable para que las empresas de defensa estadounidenses, el Complejo Industrial Militar, la terminen de manera rápida. La continuación de la guerra asegura el flujo constante de contratos de armas a la industria de “defensa”. Las empresas de defensa dan donaciones de campaña a los políticos para mantener este escándalo mientras dan posiciones cómodas a los funcionarios del Pentágono para que hagan lo mismo.


Hoy alrededor del 60% del territorio afgano se encuentra bajo el control de los talibanes. En las últimas semanas se han vuelto virales en las redes sociales las imágenes de tropas gubernamentales abandonando sus bases, dejando atrás todo tipo de armamento militar (uniformes, rifles, cañones de artillería, decenas de vehículos, etc) e incluso en algunas ocasiones cruzaron las fronteras con los países vecinos para salvar sus vidas. Es entendible que estos jóvenes conscriptos no quieren sacrificar sus vidas para defender un narco estado al borde del colapso.



El conflicto no cesará con la salida de las fuerzas de ocupación, aunque permite que la ciudadanía afgana decida su presente. Indudablemente habrá contactos desde Rusia, China, Irán, Pakistán, India, las repúblicas de Asia Central, Estados Unidos, que poseen intereses diferentes en esta situación de geopoder, unos hacia la paz y otros hacia lo bélico. Nunca hay que olvidar que después del retiro de las fuerzas soviéticas en 1989, se dejó un caos atroz haciendo que muchos de los mismos políticos poderosos y señores de la guerra que se atacaron mutuamente en una furiosa guerra interna, hoy estén ubicados en posiciones de poder en ambos bandos.

La intervención militar estadounidense, como todas las anteriores, ha sido un rotundo fracaso. Como se sabe, EEUU nunca se ha comprometido a desarrollar procesos de paz comprehensivos; más bien, quiso imponer sus valores a través de la fuerza y fue rechazado. Ha mantenido bases de ocupación militar, cometido un número incontable de crímenes de guerra, permitido el más alto nivel de producción y contrabando de heroína en el mundo, y ha dado negocios lucrativos a contratistas militares privados. Hoy debe irse avergonzado, con poco si algo para justificar los miles de millones de dólares invertidos y cientos de miles de vidas perdidas, en su gran mayoría civiles afganos atrapados en una guerra interminable.

-Hector Gonzales


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